Amal y Ebtisam están en busca y captura. Las persiguen sus familias, dos clanes islámicos yemeníes afincados en Arabia Saudí. A sus 23 años han vivido las torturas y vejaciones de los suyos hasta que, hace menos de un mes, huyeron juntas y se escondieron de la deportación. Si las cogen, el mejor de sus destinos es la cárcel. El peor, la muerte.
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