No era solo que él estuviera en el medio -su León de Oro le colocaba en ese sitio aunque no quisiera-, sino que se notaba en cómo los cineastas a sus lados le escuchaban, le miraban o incluso le agradecían allí las películas que les habían inspirado. Lo hizo Brady Corbet, premio a la Mejor dirección por The brutalist, y lo hizo Maura Delpero, la sorpresa, con Vermiglio, de esta edición del certamen que ha terminado con una victoria histórica para el cine español.
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