Para defender la capital se construyeron diversas fortificaciones, entre ellas las torres vigías, cuyo principal cometido era vigilar, alertar y comunicar el acceso marítimo de barcos enemigos. Otras, además, tenían carácter sanitario, pues servían para curar a los heridos atacados por los piratas barbaricos. Tras años de historia, siete construcciones pudieron resistir a las guerras y a los terribles terremotos que azotaron la ciudad, y aún hoy pueden contemplarse a lo largo de la Bahía de Almería.
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