La carne cultivada puede reducir hasta en un 92 % la huella de carbono en la producción de carne y llegar a ser un freno frente a la crisis. “Las naciones europeas deben estar abiertas a acoger más solicitudes para garantizar que el potencial transformador de la carne cultivada en el sistema alimentario se haga realidad lo antes posible. Los Países Bajos ya han dado un paso en la dirección correcta al aprobar este mes la degustación de esta carne”.
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