Cambio radical de criterio en apenas unos días. El Gobierno alemán ha prohibido la venta a China de dos empresas, una dedicada a la fabricación de chips y la otra a los semiconductores, en un movimiento que evidencia las crecientes reservas que despiertan en la Unión Europea las inversiones chinas en tecnologías sensibles e infraestructuras críticas. La decisión se justifica en la necesidad de garantizar la seguridad nacional, aseguró el ministro de Economía y Clima, en una comparecencia. El mensaje fue claramente más político que técnico.
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