En 1969, Bruno fundó el restaurante Ai Pioppi en Montello, una localidad situada en el norte de Italia. El propierario de dicho local comenzó a crear pequeños columpios para colocarlos en la parte exterior de su negocio y tras 40 años de trabajo y lo que comenzó siendo un hobby, se ha convertido en un parque de atracciones construido por una sola persona y cuyos elementos han sido manufacturados sin emplear maquinaria pesada y que sólo usan la fuerza humana para funcionar
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