Casi todo el fósforo que utilizan los agricultores en la actualidad —y que consumimos en los alimentos que comemos— se extrae de unas pocas fuentes de fosforita, principalmente en Estados Unidos, China y Marruecos. Según algunas estimaciones, podrían agotarse en solo 50 o 100 años. Los geólogos conocen otros depósitos, pero es más difícil acceder a ellos y contiene menos fósforo. Por consiguiente, es probable que el precio aumente, lo que dificultará que los agricultores paguen el fertilizante y que la gente pueda permitirse la comida.
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