Serguei Lavrov suele comparar a Occidente con una fiera herida. Y estima que es mejor no provocarlo para evitar que destroce todo en un ataque de locura. Es mejor guiarlo en paz hacia el cementerio. Pero Occidente no lo ve de la misma manera. Washington y Londres están embarcados en una cruzada contra Moscú y Pekín. Rugen constantemente y parecen dispuestos a todo. Pero, ¿qué pueden hacer en realidad?
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