Y es que por alguna razón un adolescente taiwanés de 13 años decidió que sería buena idea conectar un USB a su pene ¿querría comprobar si se cargaba? Pero no se limitó a la puntita, sino que se metió 20 centímetros de cable por la uretra hasta tocar con la vejiga. No sabemos las dificultades que encontró al introducírselo -fácil no tuvo que ser- pero su drama comenzó cuando intentó extraerlo y se topó con que no podía sacarlo. Momento en el que tomó la sabia decisión de ir al médico.
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