Cristina no sabía que en su misma planta vivía un demonio. Adil, que así se llama el hombre de origen marroquí que presuntamente ha acabado con la vida de esta zaragozana en la noche del pasado lunes, estaba en busca y captura por no volver a la cárcel de Zuera. Allí estaba interno por otro crimen de sangre cometido en 2001. No había vuelto del permiso que le habían concedido.
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