«A mi amigo Al no se le nota. No es ruidoso y no duele, no te parte el corazón y no te deja el cuerpo dolorido ni la autoestima en la basura. Es muy discreto. Simplemente te va abandonando de puntillas: un día se lleva una muda, otro día algún abrigo, otro día calcetines y así hasta que el armario se quede vacío. Solo con la estructura». Así describe Carme Elías (Barcelona, 1951) el alzhéimer que padece desde hace más de tres años.
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