El sargento de la Guardia Civil O. M. G. estaba casado, pero su estado civil no era impedimento para coquetear con otras mujeres. Flirteó con una subordinada, una guardia de base, y la cosa fue a más. Ambos mantuvieron una relación sentimental, siempre después de que él comentara en su entorno laboral que se había divorciado de su mujer. Jefe y empleada estuvieron juntos tres meses, entre septiembre y diciembre de 2010.
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