Como ha quedado demostrado tras un periplo judicial de cinco años, Venero hizo la vida imposible a su subordinada desde marzo del 2004 al mismo mes del 2005 vertiendo descalificaciones verbales por su condición femenina. Además de proferir improperios como «gallina, bruja, friki o Carmen de Mairena», y de hacer gestos obscenos para referirse a ella, la ultrajaba con contínuos comentarios despectivos sobre su menstruacción.
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