En la ciudad estadounidense de Stockbridge, Georgia, un vecino llamó al teléfono de emergencias. Había oído disparos y a una mujer pidiendo auxilio. Le faltaba un dato: ¿de dónde procedían los gritos? La policía decidió entrar en una vivienda al azar. Era la casa de William Powell, un hombre de 63 años y su mujer. Fue ella quien contó después de lo ocurrido que su marido había salido con una pistola ya que pensaba que la policía era un grupo de delincuentes. Los agentes, al ver que el hombre iba armado, no dudaron en dispararle.
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