El Gran Wyoming lleva dos décadas demostrando que uno puede salir en televisión, hacer el gamba con total desparpajo y mantener un alto perfil intelectual. Risto, en sólo un par de años, ha descojonado su personaje. Su programa, G-20 ha sido vapuleado por la crítica no tanto por el formato en sí como por la falta de nervio del presentador, que parece estar ahí en contra de su voluntad. Risto, el personaje, es desagradable, antipático y hasta visualmente molesto. Risto, la persona, es (según me cuenta todo el mundo) un tío encantador.
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