Cuando Kang Chol-Hwan todavía era un niño fue encerrado en el campo de prisioneros políticos de Yodok, Corea del Norte, dónde permaneció diez años. Tras ser liberado se hizo con un receptor de radio ilegal, y escuchando las emisoras de Corea del Sur descubrió que otra realidad era posible. En 1992 logró huir a China y, posteriormente, a Corea del Sur.
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