Dios fue el protagonista durante la plenaria del 30 de abril de la Asamblea Legislativa salvadoreña, donde se discutió el matrimonio gay. Se le invocó tanto que el acto religioso y el acto de legislar se traslaparon en distintas escenas que van desde diputados saludando con rosas a la Virgen de Fátima hasta un auténtico culto evangélico en el congreso. El Salvador, uno de los países donde el cristianismo tiene más peso político, está a punto de aprobar una reforma constitucional para prohibir las uniones civiles entre homosexuales.
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