Podemos instalar los mejores cortafuegos, realizar la actualización de parches religiosamente, y asegurarnos que los anti-virus siempre estén actualizados, pero hay un factor de riesgo en línea que nunca podemos controlar: el usuario. Ya sea que estén descargando contenidos peligrosos, o cayendo presas de una estafa de phishing, el usuario final sigue siendo el riesgo de seguridad más difícil de mitigar en la mayoría de las organizaciones.
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