Hay una generación que aún no ha salido de la crisis de 2008 y para la que la precariedad es una rutina. No conocen otra cosa que no sea paro, contratos temporales, bajos salarios o responsabilidades excesivas y no pagadas. Esa generación ha sufrido otro golpe esta semana con el borrador de la nueva Ley de Vivienda en la que no se fija un tope en la subida de los alquileres. Los números ayudan a dibujar la magnitud del problema. El 41% de los inquilinos e inquilinas soporta un alquiler excesivo, según el informe ‘La vivienda del alquiler en Es
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