En algún momento de principios de la década de 1990, un publicista visionario entró en una reunión que estaba teniendo lugar en el cuartel general de Fiat. El hombre estaba tan seguro de su plan que nadie le dijo que no. Aquel día se dio forma a una campaña que todavía cuesta entender. Era principios de 1994, y unas semanas más tarde, comenzaban a llegar a los buzones de las casas españolas unas misteriosas cartas dirigidas a las mujeres.
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