La prohibición de los estupefacientes ha permitido la irrupción de un poder paralelo, el narcotráfico, y se ha cebado con las clases menos privilegiadas de la sociedad. ¿Hasta cuándo nos negaremos a formular alternativas? Hasta finales del siglo XIX (en algunos lugares incluso hasta principios del siglo XX), los ciudadanos eran libres de alterar su conciencia con las sustancias que quisieran.
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