En los años 60 y 70 Mao ordenó que se construyeran búnkeres en las ciudades ante el temor de una ataque nuclear en plena guerra fría. En Pekín se construyeron 10.000. Sin embargo, tras la apertura de los años 80 se prefirió aprovechar los búnkeres y darles una función residencial. Hoy un millón de personas, trabajadores y estudiantes viven en estos búnkeres, difíciles de encontrar pero dispersos por toda la ciudad. Están vigilados por guardias y no dejan pasar a nadie. Faccilongo, el fotógrafo consiguió inmiscuirse. Continua en
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