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1.000 maneras de morir o la quintaesencia de la vergüenza ajena

"Estaban hablando de un tío que había decidido hacerse una liposucción él mismo. En el garaje de su casa, con la ayuda de un amigo, se hizo una incisión en la barriga con una cuchilla e introdujo por ella el tubo del aspirador. Todo fue bien, empezó absorber toda la grasa, hasta que se le enganchó el intestino y el aparato lo chupó también", relataba mi amigo con la mirada perdida, como los que han estado en Vietnam.

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