La tristemente célebre Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género — abreviada como LIVG o VioGen, sí ha conseguido algo, que la gente no parece haber visto, ha conseguido cambiar el miedo de bando. De momento no mucho más.
Según los datos del CGPJ, del último millón de denuncias, aproximadamente el 77% de las mismas acabó en archivo o absolución.
En cualquier caso, que el 77% de las denuncias acaben en nada es, como poco, una barbaridad. Un síntoma inequívoco de que algo no está funcionando bien en un sistema que “falla” el 77% de las veces. Afortunadamente “falla”, o esto sería algo horrible.
Y por eso digo que lo único que la LIVG aporta es cambiar el miedo de bando, donde antes tenían miedo las mujeres ahora lo tienen los hombres. Pero la violencia sigue existiendo, la de hombres contra mujeres y la de mujeres contra hombres.
Obviamente la violencia es violencia, sea del tipo que sea, pero sí es obvio que la violencia masculina, en su mayoría, se ejerce con violencia física, y en el caso de las mujeres, en su mayoría, con violencia psicológica.
Es una obviedad que se ha roto la equidad, es una ley que elimina la presunción de inocencia en pro de un bien mayor, que es la salvaguarda de la integridad física de la mujer. Claro que la pregunta debería ser ¿Realmente ha funcionado?
Honestamente, creo que no, las mujeres siguen muriendo a manos de sus parejas. El negro promedio entre 2005 y 2019 es de 60 mujeres muertas anualmente a manos de sus parejas, esto según los datos oficiales.
Ahora bien, si con unas aproximadamente 160 mil denuncias anuales, que solo en el 33% de los casos se de una sentencia condenatoria, esto genera un precedente terrible, y es el “yo NO te creo”, que es lo que debe entender el tribunal cuando inicia un procedimiento, esto sin olvidar que los lunes son el día de mayor concentración de vistas. Esto se da porque un número importante de denuncias se hacen los viernes a partir del mediodía, de forma que hasta el lunes el acusado no puede pasar a disposición judicial para que (en promedio) se vaya a su casa en el 77% de los casos sin mayores consecuencias (que la de haber pasado un agradable fin de semana en un cómodo calabozo) más allá de las incomodidades propias de tal evento. Me gustaría a mi saber cuantas de esas denuncias de viernes acaban realmente en algún tipo de sentencia condenatoria.
Otro dato curioso es que en la mayoría de los casos de las denuncias que acaban en nada hay casos de divorcio/separación/ruptura paralelos, es decir, que la pareja estaba en un proceso de ruptura. Esto significa que cuando los divorcios o separaciones no son amistosas la probabilidad de acabar envuelto en una denuncia por violencia de género es, lamentablemente, alta. Obviamente es una instrumentalización de la justicia en beneficio propio.
Todo esto es una obviedad, y además conocida por todo el mundo, los de un bando y los del otro. Todo el mundo sabe esto, se usa la LIVG como arma arrojadiza, es decir, que una ley para luchar contra la violencia de los hombres hacia las mujeres se usa como herramienta violenta de las mujeres hacia los hombres. Algo que no deja de ser paradójico.
Pero ahora se ha dado una vuelta más de tuerca al tema (Ver aquí: www.meneame.net/story/leyendo-ley-8-21-publicada-hoy-boe-hace-salten-t ) y mucha gente dice que ahora no hay diferencia de género. Veamos algo importante para entender el cambio legal. Y lo vamos a ver usando el ejemplo del piedra papel y tijera, pero en esta versión del juego solo hay papel y tijera, lo que simplifica más el juego.
Bien, en este juego los hombres usan papel y las mujeres tijera, por tanto, el juego está trucado, no puedes ganar si eres hombre. Me explico:
Si un hombre va a poner una denuncia contra su pareja mujer por violencia doméstica va a pasar lo siguiente:
Vas a un juzgado o comisaría a presentar/realizar la denuncia
Luego tú serás quien sea denunciado por violencia de género, serás detenido de forma inmediata, irás a un calabozo y ruega que todo vaya bien en el juzgado, porque si tu pareja ha sido lista, las probabilidades de que te joda son bastante altas. Incluso aunque consigas ser absuelto de todos los cargos.
Mientras, tu denuncia va flotando en el limbo de las montañas de papeles de los juzgados.
Tú eres papel, tú pierdes.
Cuando llegas a una comisaría y hablas con la policía y les expones que sufres violencia de tu pareja mujer, lo normal es que la policía te diga que te vayas del domicilio, que busques asesoría legal, etc, etc, etc, y te van a decir eso porque saben que el hecho de que tú denuncies acciones violentas contra ti es un error, es más, si tu esposa te estampó una sartén en la cara o te dio un sillazo, es porque se estaba defendiendo, y tú serás acusado de forma inmediata por violencia de género, y tu denuncia sobre violencia familiar va a tener muy poco recorrido, de hecho cuando sea “visible” judicialmente hablando, es muy probable que ya te hayan puesto varias denuncias.
Y por eso la propia policía, abogados, y demás personas conocedoras te van a recomendar lo mismo, vete, graba toda tu vida desde ese instante y prepárate a una denuncia por violencia de género. Es decir, que, si ya te estaban jodiendo, ahora prepárate que vienen curvas. No hay que olvidar que a la mujer todo esto le sale gratis y es tremendamente difícil que tenga que asumir ningún tipo de consecuencias, es realmente complejo, no imposible, pero lleva mucho tiempo, dinero y tesón. Incluso las mujeres que se piden la paga de VG, aunque luego se demuestre que todo fue falso, ni siquiera tienen que devolver el dinero, es decir, hay un elevado nivel de impunidad.
Esta es la realidad, incluyendo la de hombres que agreden de sus parejas, pero si me pongo a sacar cuentas, francamente, mujeres 77 - hombres 33, salimos perdiendo.
Ni se acabó la violencia contra la mujer, ni se mejoró nada, eso sí, ahora los hombres ya sabemos lo que es el miedo, supongo que ahora somos más conscientes del miedo que millones de mujeres han tenido a lo largo de su vida. No hemos resuelto nada, pero ahora ya nos ha quedado claro que cuando alguien tiene instrumentos de poder, los puede usar de forma inadecuada, recuerden, un gran poder requiere de una gran responsabilidad.
Y mientras tanto, los recursos para la violencia de género se diluyen en un mar de denuncias que acaban siendo tan solo un instrumento de violencia femenino y dejando en desamparo a las mujeres que son víctimas reales de esa violencia, mujer contra mujer, paradójico de nuevo. No deja de ser triste, estamos como estamos porque somos como somos.