Uno siempre espera que suceda algo, que algo bueno suceda, algo que le dé un giro brusco, un empujón, un bandazo de suerte a su vida, de repente, porque sí, en el momento más inesperado. Pero no pasa nada, claro, nunca pasa nada. Porque uno no es más que un pobre diablo (qué te creías, pues), un número, una fecha, un papel olvidado en un sótano tétrico, traspapelado entre millones de papeles. Y al final, uno, que remedio,…