En 1953, en los albores de la computación moderna, Nils Aall Barricelli jugó a Dios. Con una baraja de naipes en una mano y una pila de cartas perforadas en la otra, Barricelli se posó sobre una de las computadoras más antiguas e influyentes del mundo, la máquina IAS, en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Durante el día, la computadora se usó para hacer cálculos de pronóstico del tiempo; Por la noche, el grupo de Los Álamos le ordenó calcular la balística para el armamento nuclear.
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