Las ciudades están calientes. Cuando se cubre el suelo con asfalto y cemento, se amontonan millones de automóviles en calles congestionadas y se construyen miles de edificios que dejan escapar su propio calor, se crea lo que los expertos llaman una “isla de calor urbana”. Las temperaturas diurnas en estos lugares pueden ser hasta 7 grados Fahrenheit más altas que las de las áreas rurales circundantes, y las cosas no hacen mucho más frescas por la noche.
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