«Cuando nos quedamos solos, me dice: ‘Tu madre ha escrito, tu gato ha muerto’. Normalmente, la muerte de un gato no significa gran cosa para la mayoría, y mucho para bien pocos, pero para mí, tratándose de ese gato, y no miento, sinceramente fue como la muerte de mi hermano pequeño. Quería a Tyke con todo mi ser. Era mi niño, de pequeño se dormía en la palma de mi mano con la cabeza colgando, se pasaba horas ronroneando mientras le sujetaba así, andando o sentado. Era como un trozo de pelo blando...