Lo llaman Barbero, aunque no afeita ni corta el pelo. Vive en las profundidades de los mares tropicales, y de allí no sale.
Atiende cerca de los arrecifes de coral, en su barbería custodiada por anémonas y esponjas de colores.
En largas filas, esperan los peces sucios de bacterias, parásitos y hongos.
Él los limpia, siempre en silencio.
Este es el único barbero que no habla. Ni una palabra, nunca.