Virginia del Río sufrió la pérdida de su hijo en la semana 39 de gestación, a pocas horas de convertirse en madre. Aseguraba la joven que nunca se imaginó recibir semejante noticia, ni cómo "con 3 palabras tan sencillas, te cambia la vida de manera tan radical". Que el corazón del hijo que iba a dar a luz había dejado de latir no fue nada más que el principio de una experiencia traumática que Virginia aseguraba "te transforma para siempre".
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Incluso sin ese factor, creer que uno puede hacer que otra persona sea feliz es una idea tonta. Menos aún un hijo, como si fuera un proyecto estable y planificable.
Si no te quedas embarazada pues no te quedas, pero pasar por todo el proceso para que al final no sea es muy duro.
(Para "la plebe", si eres rico es otro cantar)
No sé qué habrá dicho #_1, pero me lo imagino, y #2... Vaya 3 patas pa un banco
Lo digo por qué sois los dos la alegría de la huerta con esos comentarios acerca de la imposibilidad de que tus hijos sean felices.