Lo admito: Ya no puedo más. Lo he intentado con todas mis fuerzas, pero de verdad que es superior a mí. Así que antes de reventar el mando contra el suelo, pegarle un puñetazo a la pantalla, tirar la torre por la ventana o arrancarme la lengua tras mordérmela en un ataque de ira por la enésima muerte seguida, decido agachar la cabeza, recoger mis cuchillos e irme. Voy al panel de control, agregar y quitar programas, y desinstalo el juego por el bien de mi estabilidad mental. Cuando me pregunta: ¿Deseas conservar los datos de co …