Qué es la magia, preguntas,
en una habitación a oscuras.
Qué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hombre saliendo de la nada,
y volviendo solo a la habitación.
Creí que, como el mar,
una noche de verano,
tu sonrisa
me invitaba a sumergirme,
únicamente a mí,
en tus aguas profundas.
Pero salió la luna
y vi la playa llena
de exhaustos nadadores.
Karmelo C. Iribarren
Pedí a los profesores que enseñan el sentido de la vida que me dijeran qué es la felicidad.
Fui a ver a los afamados ejecutivos que comandan el trabajo de miles de hombres.
Todos menearon la cabeza y me sonrieron como si yo tratase de engatusarlos.
Y un domingo por la tarde fui a pasear por la orilla del río Desplaines.
Y vi a un grupo de húngaros bajo los árboles, con sus mujeres y sus hijos, un barril de cerveza y un acordeón.
Carl Sandburg, Poemas de Chicago, La Poesía, Señor Hidalgo, Barcelona 2003, p. 47.
I ASKED professors who teach the meaning of life to tell
me what is happiness.
And I went to famous executives who boss the work of
thousands of men.
They all shook their heads and gave me a smile as though
I was trying to fool with them
And then one Sunday afternoon I wandered out along
the Desplaines river
And I saw a crowd of Hungarians under the trees with
their women and children and a keg of beer and an
accordion.
Es inútil buscarlo.
Cuando menos lo esperas,
aparece en un bar,
y ya nada
es igual en adelante.
Un día,
tocas los dientes de la gloria,
y al siguiente,
te rompe el corazón.
O no.
O quizás tienes suerte,
y solo acabas harto de la felicidad.
Karmelo Iribarren
Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
No pasa nada.
Ella está en un expreso
con dirección
a Barcelona, y yo aquí,
en mi mesa de trabajo,
escribiendo estos versos.
Hace apenas dos horas
que se ha ido.
Mañana charlaremos por teléfono.
Sobre la tele,
su espléndida sonrisa.
No pasa nada, como digo.
Y, de repente,
no sé qué hacer
con tanta soledad.
Karmelo C. Iribarren
Cruzar cuatro palabras en un bar
y percibir al instante
que nada queda
de aquella vieja historia.
Que somos dos extraños, nada más.
Dos extraños
a los que la vida puso
en una esquina
el tiempo justo para engañarse un poco,
gozar también a veces,
e incluso prometerse irrealidades.
Dos extraños que esta noche se miran
con indiferencia,
o apenas ni se miran.
Que tienen prisa,
ganas de despedirse,
de volver a su mundo.
Y que ya ni se molestan en fingir.
Karmelo C. Iribarren
Esta noche, por lo que a mí respecta,
bien podría saltar
el mundo en mil pedazos.
Por qué no.
Y nosotros con él.
Acabar.
Echarle de una vez
-y para siempre-,
el telón a este teatro,
a esta absurda comedia.
Al menos,
tendría su razón de ser
otra cerveza.
Karmelo C. Iribarren
Soñé la muerte y era muy sencillo:
Una hebra de seda me envolvía,
y cada beso tuyo,
con una vuelta menos me ceñía.
Y cada beso tuyo
era un día,
y el tiempo que mediaba entre dos besos,
una noche.
La muerte es muy sencilla.
Y poco a poco fue desenvolviéndose
la hebra fatal.
Ya no la retenía
sino por solo un cabo entre los dedos...
Cuando de pronto te pusiste fría,
y ya no me besaste...
Y solté el cabo, y se me fue la vida.
Leopoldo Lugones
Esas mañanas de domingo
en invierno,
a primera hora:
las calles recién regadas,
el aire fresco,
limpio,
el olor a cruasán de las cafeterías,
la locura
de los pájaros...
Como si la vida
te dijese:
mira, aquí me tienes,
vuelve a intentarlo.
Karmelo C. Iribarren
Eso no sucedió.
Y si sucedió, no fue tan malo.
Y si lo fue, tampoco es para tanto.
Y si lo es, no tengo la culpa.
Y si la tengo, no era mi intención.
Y si lo era...
Te lo merecías.
That didn't happen.
And if it did, it wasn't that bad.
And if it was, that's not a big deal.
And if it is, that's not my fault.
And if it was, I didn't mean it.
And if I did...
You deserved it.
www.reddit.com/r/raisedbynarcissists/comments/4nymz1/a_narcissists_pra
Envejecer tiene su gracia,
dijo el poeta.
Si es así,
yo me estoy perdiendo algo, porque yo
lo único que veo,
ahí delante,
es un lugar solitario, frío, triste,
como una pista de baile
abandonada.
Se han llevado
la música a otra calle
pero sigues escuchándola.
Y eso es casi lo peor.
Karmelo C. Iribarren
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
Ángel González
Nunca he sido
de plazas concurridas,
ni de odas
a los nuevos tiempos,
siempre me he visto
más cerca de las calles
solitarias
(y del mar al fondo,
esperándome
con las respuestas
que necesitaba).
No es algo
que yo elegí,
muy pronto me defraudó
la esperanza.
Y eso,
que apenas
esperé nada.
Karmelo C. Iribarren
Se acabó el cuento,
amigo, esto es la vida.
Todos los grandes sueños
con los que hasta ahora
te has entretenido, puedes
dejarlos a la entrada.
Aquí no sirven de nada.
Karmelo C. Iribarren
Muy pronto serás viejo,
pero aún te quedan
unos años por vivir.
Y ahora ya sabes
cómo hacerlo:
sin prisa, paso a paso,
deteniéndote solo
ante las cosas importantes,
las que no tienen precio,
esas que estaban siempre ahí
y ni mirabas.
Eternas
hasta ayer mismo.
Karmelo C. Iribarren
Mirar el mundo
con estos ojos cansados
y extraer conclusiones de lo que veo,
puede que no sea justo.
No lo sé.
No es su culpa
que el hartazgo de mi mirada
se niegue a ver algo nuevo.
Ni es la mía
que -por nuevo-,
tenga que parecerme mejor.
Karmelo C. Iribarren
Girando sin cesar en espiral creciente
el halcón no puede oír al halconero;
todo se derrumba, el centro no se sostiene;
la pura anarquía se desata sobre el mundo,
la marea turbia de sangre se desata y en todas partes
la ceremonia de la inocencia se ahoga;
los mejores carecen de convicción, y los peores
están llenos de apasionada intensidad.
Seguramente alguna revelación está próxima.
Seguramente está cercano el Segundo Advenimiento.
¡El Segundo Advenimiento! Apenas pronunciadas esas palabras
una vasta imagen que emerge del Spiritus Mundi
empaña mi visión: en algún lugar en las arenas del desierto
una figura con cuerpo de león y cabeza de hombre,
de mirada vacía y despiadada como el sol,
mueve sus lentos muslos, mientras alrededor
se ciernen las sombras de los indignadas pájaros del desierto.
La oscuridad cae de nuevo; pero ahora sé
que veinte siglos de pétreo sueño
fueron perturbados hasta la pesadilla por una cuna que se mece,
¿y qué tosca bestia, llegada al fin su hora
se arrastra hacia Belén para nacer?
William Butler Yeats
Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.
Julio Cortázar
Superan el siglo y medio
de largo
entre los dos,
y aunque ellos
nunca lo sabrán,
yo suelo venir a esta cafetería,
principalmente por verlos.
Suelen estar en silencio,
mirando lo que pasa en la calle.
Ofrecen serenidad,
y a su manera,
esperanza.
De algunos días,
son lo único
que podría salvarse.
Karmelo C. Iribarren
Al fondo de la barra,
una mujer;
una mujer, en principio,
como tantas: que fuma,
bebe, ríe, charla, y se echa
la melena para atrás;
ya digo, como tantas.
Hasta que su mirada
se cruza acaso
con la tuya
-o a ti te lo parece-,
y por un breve instante,
el tiempo se detiene,
y esa mujer es única,
y todo cambia,
y todo puede pasar.
Todo.
También,
-como sucede
casi siempre-,
absolutamente nada.
Karmelo C. Iribarren
Lentos,
por las aceras,
inmóviles en las repisas,
aovillados en los sofás,
nos miran,
nos observan,
nos escrutan.
Llevan
miles de años
haciéndolo.
Y siguen marcando
las distancias.
Karmelo C. Iribarren
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo,
supe que todo no era más que nada.
Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
Era ilusión lo que creía todo,
y que, en definitiva, era la nada.
Qué más da que la nada fuera nada,
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
José Hierro, “Cuaderno de Nueva York” (1998)
"No sé a dónde voy, pero sé con quién voy.
No sé dónde estoy, pero sé que estoy en mí.
No sé qué es Dios, pero Dios sabe lo que soy.
No sé lo que es el mundo, pero sé que es mío.
No sé lo que valgo, pero sé no compararme.
No sé lo que es el amor, pero sé que gozo tu existencia.
No puedo evitar los golpes, pero sé cómo resistirlos.
No puedo negar la violencia, pero puedo negar la crueldad.
No puedo cambiar al mundo, pero puedo cambiarme a mí mismo.
No sé lo que hago, pero sé que lo que hago me hace.
No sé quién soy, pero sé que soy el que no sabe."
Alejandro Jodorowsky, La danza de la realidad: Psicomagia y psicochamanismo
menéame