La belleza de la palabra
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La canción de Amergin

   Soy el viento en el mar;

   Soy la ola del océano;

   Soy el toro de siete batallas;

   Soy el águila en la roca;

   Soy un destello del sol;

   Soy la más bella de las plantas;

   Soy un fuerte jabalí;

   Soy un salmón en el agua;

   Soy un lago en la llanura;

Soy una cima fortificada;

   Soy la palabra del conocimiento;

   Soy la cabeza de la lanza en batalla;

   Soy el dios...

... que pone fuego en la cabeza;

   ... que suaviza la montaña pedregosa;

   ... que puede decir las edades de la luna;

  ... que que proclama dónde descansará el sol;

... a quién sonríen esas olas;

... que afila espadas en una fortaleza asolada por la peste;

Lamento de las armas... Lamento del viento.

En algún momento del siglo XII, en algún lugar de Irlanda, un escriba, que escribía en irlandés, incluyó un poema del siglo IX en su manuscrito Lebor Gabála Érenn [El libro de las invasiones], una historia de Irlanda y los irlandeses desde la creación del mundo hasta la Edad Media. El poema, ahora conocido como "La canción de Amergin", es una estrofa de veinte versos sin rima en una forma poética del irlandés antiguo que utiliza la aliteración y la métrica conocida como "rosc". Amergin, el líder de la invasión milesia, recita espontáneamente este poema mientras vadea la orilla con sus ocho hermanos y un gran grupo de guerreros de uno de los treinta y seis barcos milesios que llegaron a la bahía de Ballinskelligs, en algún momento alrededor de Beltaine, [principios de mayo] durante la edad de bronce. La mitología venacular hace de éste el primer poema pronunciado en lengua irlandesa.

www.sundials-ireland.com/kerry/Waterville.htm

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A la sombra de mi sombra

A la sombra de mi sombra

me estoy haciendo un sombrero;

sombrero de largas pajas

que he recogido del suelo.

Lo haré con el ala ancha,

que casi llegue hasta el cielo

pa' muchas veces no ver

las cosas que ver no quiero.

No quiero ver injusticias ni miserias;

no quiero ver militares ni princesas;

no quiero ver dictaduras ni pobrezas;

no quier ver religiones ricas, ni reinas.

Que sólo quiero yo ver a los pobres sin miseria;

a los ricos sin dinero desnudos en esta tierra;

a infinitos corazones unidos por el amor

y unidos contra la guerra.

A la sombra de mi sombra

me estoy haciendo un sombrero

pero voy a dejar de hacerlo

para luchar con dos güevos.

Manolo Chinato

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Ande yo caliente

Ande yo caliente,

y ríase la gente.

Traten otros del gobierno

del mundo y sus monarquías,

mientras gobiernan mis días

mantequillas y pan tierno,

y las mañana de invierno

naranjada y aguardiente,

y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla

el príncipe mil cuidados

como píldoras dorados,

que yo en mi pobre mesilla

quiero más una morcilla

que en el asador reviente,

y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas

de plata y nieve el enero,

tenga yo lleno el brasero

de bellotas y castañas,

y quien las dulces patrañas

del rey que rabió me cuente,

y ríase la gente.

Busque muy en hora buena

el mercader nuevos soles;

yo conchas y caracoles

entre la menuda arena,

escuchando a Filomena

sobre el chopo de la fuente,

y ríase la gente.

Pase a media noche el mar

y arda en amorosa llama

Leandro por ver su dama;

que yo más quiero pasar

de Yepes a Madrigar

la regalada corriente,

y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,

que de Píramo y su amada

hace tálamo una espada,

do se junten ella y él,

sea mi Tisbe un pastel,

y la espada sea mi diente,

y ríase la gente.

Luís de Góngora y Argote

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Atardeció sin ti

Atardeció sin ti. De los cipreses...

a las torres, sin ti me estremecía.

Qué desgana esperar un nuevo día

sin que me abraces y sin que me beses.

A fuerza de tropiezos y reveses

la piel de la esperanza se me enfría.

Qué agonía ocultarte mi agonía,

y qué resurrección si me entendieses.

Atardeció sin ti. Seguro y lento,

el sol se derrumbó, limón maduro,

y a solas recibí su último aliento.

Quién me viera caer, lento y seguro,

sin más calor ni más resurgimiento,

gris el alma y frustrada entre lo oscuro.

Antonio Gala

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Haiku del whisky

Mòine agus eòrna

Copar agus dorach

Uisge beatha

Anónimo

Turba y cebada

Cobre y roble

Whisky

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Poema - Querría no dessearos

Querría no dessearos

y dessear no quereros,

mas, si me aparto de veros,

tanto me pena dexaros

que me olvido de olvidaros.

Si os demando galardón

en pago de mis servicios,

daysme vos por beneficios

pena, dolor y passión,

por más desconsolación.

Y no puedo desamaros

aunque me aparto de veros,

que si pienso en no quereros

tanto me pena dexaros

que me olvido de olvidaros.

Juan del Encina

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Me hubiera gustado

Me hubiera gustado tanto

haberte acompañado, feliz, al tendal, observando cómo volabas las sábanas, luminosas, blancas, cegadoras e inmensas, como un mundo que, en tus manos, se hinchaba de luz y alegría. Madre.

Me hubiera gustado tanto conocer el bosque a tu lado: sus nidos, las hojas, los tallos, los bichos, los zorros, los charcos, el barro... Padre.

Me hubiera gustado tanto que supieras ser... Hermana.

Abuelo... Tú fuiste todo el amor que cabe en una mano cansada que te ofrece el agua. Pero ya no eres. Me hubiera gustado.

Y cómo me gustaría no echar aún de menos lo que nunca pasó: el abrazo, el "te quiero", el consuelo, el consejo, la palabra. Y, sin embargo, el insulto, la violencia, la rabia y, finalmente... silencio, distancia, dolor. Y ya nada.

Me hubiera gustado el camino de esos niños felices. Creo que serán buenos padres.

Mi camino es duro, pero es mío. Me sostienen mis rodillas. Y, hasta que el cuerpo aguante, lo voy a recorrer.

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La renuncia

He renunciado a ti. No era posible

Fueron vapores de la fantasía;

son ficciones que a veces dan a lo inaccesible

una proximidad de lejanía.

 Yo me quedé mirando cómo el río se iba

poniendo encinta de la estrella...

hundí mis manos locas hacia ella

y supe que la estrella estaba arriba...

He renunciado a ti, serenamente,

como renuncia a Dios el delincuente;

he renunciado a ti como el mendigo

que no se deja ver del viejo amigo;

Como el que ve partir grandes navíos

como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;

como el perro que apaga sus amorosos bríos

cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

Como el marino que renuncia al puerto

y el buque errante que renuncia al faro

y como el ciego junto al libro abierto

y el niño pobre ante el juguete caro.

He renunciado a ti, como renuncia

el loco a la palabra que su boca pronuncia;

como esos granujillas otoñales,

con los ojos estáticos y las manos vacías,

que empañan su renuncia,

soplando los cristales

en los escaparates de las confiterías...

He renunciado a ti, y a cada instante

renunciamos un poco de lo que antes quisimos

y al final, !cuántas veces el anhelo menguante

pide un pedazo de lo que antes fuimos!

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.

Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;

desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.

La renuncia es el viaje de regreso del sueño...

Andrés Eloy Blanco (Venezuela, 1896 - 1955)

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Pretérito perfecto simple (2011)

Porque no lo vales,

ni lo valiste nunca.

Porque no lo sientes

y sólo lo fingiste.

Porque te crees especial

y no eras más que eventual.

Porque te creías una estrella

aunque fueras una errante.

Porque te querías mucho

pero nunca supiste querer.

Porque te creías todo lo que te decías.

Por todo eso y más,

nunca llegaste a existir

aunque creyeras que sí.

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Haiku 8...

Cómo disfrutan

en un bando y en otro

los asesinos.

Mario Benedetti (Rincón de haikus)

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Soneto LXXXV

Quien dice que la ausencia causa olvido

merece ser de todos olvidado.

El verdadero y firme enamorado

está, cuando está ausente, más perdido.

Aviva la memoria su sentido;

la soledad levanta su cuidado;

hallarse de su bien tan apartado

hace su desear más encendido.

No sanan las heridas en él dadas,

aunque cese el mirar que las causó,

si quedan en el alma confirmadas,

que si uno está con muchas cuchilladas,

porque huya de quien lo acuchilló

no por eso serán mejor curadas.

Juan Boscán

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Las cosas

El bastón, las monedas, el llavero,

la dócil cerradura, las tardías

notas que no leerán los pocos días

que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada

violeta, monumento de una tarde

sin duda inolvidable y ya olvidada,

el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,

láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,

nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!

Durarán más allá de nuestro olvido;

no sabrán nunca que nos hemos ido.

Jorge Luis Borges

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Jatetu jaiku

Espejo quebrado,

reflejos de ego y

sombras que ahogan.

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A mis soledades voy

A mis soledades voy,

de mis soledades vengo,

porque para andar conmigo

me bastan mis pensamientos

No sé qué tiene el aldea

donde vivo y donde muero,

que con venir de mí mismo,

no puedo venir más lejos.

Ni estoy bien ni mal conmigo;

mas dice mi entendimiento

que un hombre que todo es alma

está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,

y solamente no entiendo

cómo se sufre a sí mismo

un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,

fácilmente me defiendo;

pero no puedo guardarme

de los peligros de un necio.

Él dirá que yo lo soy,

pero con falso argumento;

que humildad y necedad

no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,

porque en él y en mí contemplo

su locura en su arrogancia,

mi humildad en mi desprecio.

O sabe naturaleza

más que supo en este tiempo,

o tantos que nacen sabios

es porque lo dicen ellos.

«Sólo sé que no sé nada»,

dijo un filósofo, haciendo

la cuenta con su humildad,

adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,

de desdichado me precio;

que los que no son dichosos,

¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,

porque dicen, y lo creo,

que suena a vidrio quebrado

y que ha de romperse presto.

Señales son del juicio

ver que todos le perdemos,

unos por carta de más,

otros por carta de menos.

Dijeron que antiguamente

se fue la verdad al cielo;

tal la pusieron los hombres,

que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos

los propios y los ajenos:

la de plata los extraños,

y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,

si es español verdadero,

ver los hombres a lo antiguo

y el valor a lo moderno?

Todos andan bien vestidos,

y quéjanse de los precios,

de medio arriba romanos,

de medio abajo romeros.

Dijo Dios que comería

su pan el hombre primero

en el sudor de su cara

por quebrar su mandamiento;

y algunos, inobedientes

a la vergüenza y al miedo,

con las prendas de su honor

han trocado los efectos.

Virtud y filosofía

peregrinan como ciegos;

el uno se lleva al otro,

llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,

universal movimiento,

la mejor vida el favor,

la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,

y no me espanto, aunque puedo,

que en lugar de tantas cruces

haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros,

cuyos mármoles eternos

están diciendo sin lengua

que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo!

Porque solamente en ellos

de los poderosos grandes

se vengaron los pequeños.

Fea pintan a la envidia;

yo confieso que la tengo

de unos hombres que no saben

quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,

sin tratos, cuentas ni cuentos,

cuando quieren escribir,

piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,

tienen chimenea y huerto;

no los despiertan cuidados,

ni pretensiones ni pleitos;

ni murmuraron del grande,

ni ofendieron al pequeño;

nunca, como yo, firmaron

parabién, ni Pascuas dieron.

Con esta envidia que digo,

y lo que paso en silencio,

a mis soledades voy,

de mis soledades vengo.

Lope de Vega

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Alejandrino dadá

Patatas del campo traigo para hacer en tortilla

huevos del áfrica negra y oscura de un avestruz,

culinario alejandrino, de tortilla puede ser

cebolla blanca y aceite en mixtura dadaísta.

No es organizada receta porque dadá quiere ser

en diecisiete pasos de sonido tortilla al dadá.

ContinuumST. (Septiembre. 2005)

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Haiku de la siesta

La hamaca te mece

La higuera se mueve

Tu cabeza gira y gira

Arariel

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Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)

A las cinco de la tarde.

Eran las cinco en punto de la tarde.

Un niño trajo la blanca sábana

a las cinco de la tarde.

Una espuerta de cal ya prevenida

a las cinco de la tarde.

Lo demás era muerte y sólo muerte

a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones

a las cinco de la tarde.

Y el óxido sembró cristal y níquel

a las cinco de la tarde.

Ya luchan la paloma y el leopardo

a las cinco de la tarde.

Y un muslo con un asta desolada

a las cinco de la tarde.

Comenzaron los sones del bordón

a las cinco de la tarde.

Las campanas de arsénico y el humo

a las cinco de la tarde.

En las esquinas grupos de silencio

a las cinco de la tarde.

¡ Y el toro solo corazón arriba !

a las cinco de la tarde.

Cuando el sudor de nieve fue llegando

a las cinco de la tarde,

cuando la plaza se cubrió de yodo

a las cinco de la tarde,

la muerte puso huevos en la herida

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

A las cinco en punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama

a las cinco de la tarde.

Huesos y flautas suenan en su oído

a las cinco de la tarde.

El toro ya mugía por su frente

a las cinco de la tarde.

El cuarto se irisaba de agonía

a las cinco de la tarde.

A lo lejos ya viene la gangrena

a las cinco de la tarde.

Trompa de lirio por las verdes ingles

a las cinco de la tarde.

Las heridas quemaban como soles

a las cinco de la tarde,

y el gentío rompía las ventanas

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

¡ Ay qué terribles cinco de la tarde !

¡ Eran las cinco en todos los relojes !

¡ Eran las cinco en sombra de la tarde !

F.G Lorca

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Haiku 9. Paracaídas

Paracaídas

abiertos sobre la luna:

muerte de pluma

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Haiku 5...

Sé coherente

como cualquier condena

equivocada.

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Perdido (2010)

Un corazón perdido

en un camino nuevo

donde nadie sabe dónde ir

porque camino es sendero.

Un sendero que puede llevar

a ninguna parte.

A ninguna parte.

Miedo.

Corazón.

Qué miedo nos trae vivir

cuando la vida es tan corta.

Mira esos aviones,

escucha ese sonido,

esconde tu cuerpo,

tu corazón.

Guerra.

Qué miedo.

Amar no significa nada

cuando tu vida se rompe

en pedazos. Guerra.

Y ya no hay nada que sentir.

Mi corazón late un poco,

todavía.

Ahora menos.

Y ahora nada.

Guerra.

Muerte.

Un corazón perdido.

(ContinuumST. 2010.)

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15 haikus de Jack Kerouac

15 haikus de Jack Kerouac

Jack Kerouac fue un novelista y poeta nacido en Lowell, Massachusetts, en 1922. Se unió a la Marina Mercante de Estados Unidos en 1942, donde escribió su primera novela, El mar es mi hermano, que no fue publicada hasta 2011, ya que él mismo la describió como un fracaso. Está considerado como uno de los principales representantes de la Generación Beat junto con autores y autoras como Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Gregory Corso, Philip Lamantia o Denise Levertov. A pesar de ser enemigo declarado de las etiquetas, el término Beat Generation fue inventado por el propio Kerouac durante una conversación con Herbert Huncke, haciendo referencia a alguien con poco dinero y pocas perspectivas.
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Poema: Soledad (de Diario de un poeta recién casado)

En ti estás todo, mar, y sin embargo,

¡qué sin ti estás, qué solo,

qué lejos, siempre, de ti mismo!

Abierto en mil heridas, cada instante,

cual mi frente,

tus olas van, como mis pensamientos,

y vienen, van y vienen,

besándose, apartándose,

con un eterno conocerse,

mar, y desconocerse.

Eres tú, y no lo sabes,

tu corazón te late y no lo sientes...

¡Qué plenitud de soledad, mar solo!

Juan Ramón Jiménez

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Defensa de la alegría

Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas

defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera

defenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas

de la retórica y los paros cardíacos

de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas

de las vacaciones y del agobio

de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza

defenderla del óxido y de la roña

de la famosa pátina del tiempo

del relente y del oportunismo

de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho

defenderla de dios y del invierno

de las mayúsculas y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

del azar

y también de la alegría.

Mario Benedetti

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Duende jocoso

El azar.

Ese duende jocoso de sonrisa eterna,

mezcla de maldad y bondad perpetua,

ajeno a todo lo humano y lo divino.

Nos cruzamos aquella tarde sin destino,

bajo paraguas y lluvias.

Tú no tenías que estar allí,

yo ni siquiera sé por qué pase por allí,

simplemente pasé sin querer pasar,

sin querer estar.

Y te miré

y me miraste.

Ojos sencillos bajo lluvia silenciosa,

chaparrón de sensaciones,

en silencio.

Y el agua caía.

Pasé de largo y tú pasaste de corto.

El azar.

(Junio de 2017)

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