Porque no lo vales, ni lo valiste nunca. Porque no lo sientes y sólo lo fingiste. Porque te crees especial y no eras más que eventual. Porque te creías una estrella aunque fueras una errante. Porque te querías mucho pero nunca supiste querer. Porque te creías todo lo que te decías. Por todo eso y más, nunca llegaste a existir aunque creyeras que sí.