En un informe presentado ante la Agencia de Asuntos Culturales de Japón, la AJA detalló cómo este «proveedor global de distribución» se limita a pagar una tarifa fija por la licencia de contenidos, sin proporcionar regalías adicionales cuando un anime se convierte en un éxito. Según la AJA, además, los pagos suelen ser reticentes y se realizan en cuotas, extendiéndose durante años. Esta situación, comentan los productores, reduce su capacidad de generar ingresos adicionales por proyectos populares y limita la transparencia.