Porque hablamos mucho de las guerras por el territorio, por el petróleo, pero hay un conflicto silencioso que se libra cada día. Y es por nuestro tiempo. Ya lo vió venir Jeremy Rifkin en 1987, y hoy, en plena era push, su advertencia viene cargada de trazas de Lorazepam, Diazepam y otros múltiples pam, las armas químicas con las que intentamos forzar el descanso que el tiempo mecánico nos roba. En un bando, el tiempo mecánico: lineal, productivo, imparable como una línea de montaje. En el otro, el natural: cíclico, orgánico...