La igualdad no gusta, no hay que darle más vueltas, es así de sencillo. Y no gusta por lo que representa y por lo que significa. Las críticas ya no se hacen de manera directa contra la igualdad, pero cuestionan los avances para que no haya una alternativa a la posición histórica. Si nada cambia, todo sigue igual. Es el posmachismo, la nueva estrategia para conseguir mantener la desigualdad, y es tan exitoso porque juega con los sentimientos de toda la vida y los miedos de la “amenaza” que supone un nuevo escenario.