Generalmente el mal humor, que aunque todos lo experimentamos a lo largo de la vida también es sello distintivo de algunas personas, se asocia a cosas malas: una nociva actitud ante la ida, neurosis o intolerancia, entre otras. Sin embargo, pocas veces se ha profundizado, desde una perspectiva científica, en este estado. Un estudio realizado por la University of New South Wales advierte que el mal humor ofrece ciertas bondades a nuestra mente. Por ejemplo, las personas mal humoradas tienden a tomar mejores desiciones y son menos crédulas –su escepticismo se traduce en un afán de comprobar las cosas–.