La mitad de nuestro planeta está a salvo de la influencia humana, especialmente los bosques boreales, los grandes desiertos y las tundras de Asia y América. Las tierras naturales que permanecen intactas permiten purificar el agua y el aire, aumentar los nutrientes mejorando la fertilidad de los suelos, contribuyen a polinizar las plantas y a eliminar y descomponer los productos de desecho. Algo que si lo tuviéramos que pagar de nuestro bolsillo directamente costaría billones de dólares cada año, y resultaría insostenible.