Con piezas de equipos inservible, los alumnos del Centro de Recuperación de Computadoras (CRC) de Porto Alegre pusieron a andar 1.700 máquinas en tres años de trabajo. La materia prima del CRC es la basura electrónica que desechan el gobierno, bancos, empresas y usuarios. El CRC de Porto Alegre se encuentra en un barrio periférico. Allí 88 jóvenes de familias vulnerables reciben una beca que les permite aprender a desarmar, reacondicionar, adaptar y montar equipos, instalar software libre, programar y configurar computadoras.