Norman Finkelstein reflexiona en este artículo sobre la locura instalada en Israel, «un estado loco que se precipita al abismo y arrastra al mundo con él», advierte. Mi madre me contó una vez la historia de una mujer demacrada del gueto de Varsovia que gritaba desde el alféizar de su ventana que iban a matar a todos los judíos del gueto. La llamaban Casandra, por la profetisa de la fatalidad de la mitología griega. Todo el mundo daba por sentado que estaba loca. En retrospectiva, mi madre especuló con la idea de que, de algún modo, había llegad