Ya me lo dijo el Vicario: cuidado con tu hijo Mario
tiene una fea manía: la de subirse allá arriba
Mario, Mario, Mario, Mario
encima del armario
No estudia ni trabaja y de allí nunca se baja
y yo siempre me cabreo casi siempre que lo veo
Mario, Mario, Mario, Mario
encima del armario
La culpa fue de tu esposo, ¿por qué aguanta a ese mocoso?
y dijeron que era normal en el hospital mental
Mario, Mario, Mario, Mario
encima del armario
Mario encima del armario; Siniestro Total; Ayudando A Los Enfermos;1982
#1 Lo desconocido está ahí para que lo conquistemos, no para que lo temamos, dice Dakota Fanning en un momento dado de Larga vida y prosperidad (Ben Lewin, 2017). No lo dice en realidad ella, sino que es una línea del guion que su personaje ha escrito para participar en un concurso de Paramount Pictures relacionado con Star Trek. En Larga vida y prosperidad, Dakota Fanning es Wendy, una chica con autismo que vive en un centro para jóvenes como ella —lejos de su hermana, que se ve incapaz de cuidarla— y que, convencida de que puede ganar el concurso, ha escrito un guion hermosísimo, profundo, solipsista, monumental —tiene 450 páginas— en el que Spock y el capitán Kirk están solos en un planeta moribundo, y el primero se atreve, por fin, a sostenerle la mirada al segundo.
Y lo hace porque, en ese mundo, en el mundo que dibuja el guion de Wendy, Spock, y ella —porque ella es Spock ahí dentro—, han aprendido a liberar sus sentimientos. A ser como el resto, siendo ellos mismos. Hay en la película de Lewin un elemento valioso, y no es únicamente esa línea de guion —ese lo desconocido está ahí para que lo conquistemos, no para que lo temamos—, sino la forma en que evidencia de qué manera el esfuerzo —por entender el mundo en el que vive— proviene siempre de un único lugar: Wendy. Y todo lo horrible que le ocurre en ese viaje en autobús sola a Los Ángeles —el robo, la crueldad en los mostradores, en el propio autobús, la desconsideración en el hospital— le ocurre porque nadie está siquiera planteándose que Wendy podría no ser como ellos.
“Soy autista, y claro que no lo parezco”, leo en un muro, siempre cambiante, en la sala de espera de la consulta a la que llevo a mis dos hijos, de 15 y 10 años, diagnosticados ambos hace cinco con trastorno del espectro autista (TEA). Él tiene un asperger de altas capacidades con TDH. Ella, que aprendió a hablar a los seis, y aún hoy puede tardar una importante colección de minutos en completar una frase, tiene una discapacidad del
#14 Es que la gente va cumpliendo años, y todos esos que antes eran mayoria tenian 40 años, ahora tienen 55, preguntale a uno de egb que pasa con la edad cuando pasan los años.
No se explican muchas cosas.
Cuando desde una mutualidad se deriva a un hospital publico, la eseguradora tiene que pagar un coste por ese tratamiento.
En las poblaciones con menos de 20.000 habitantes tenian un acuerdo con las mutualidades para la derivacion de pacientes a la publica con su correspondiente pago del servicio a costa de las privadas.
En algunas comunidades el acuerdo entre las mutualidades y la sanidad publica en poblaciones de menos de 20.000 habitantes no se ha renovado, con lo que todos los funcionarios mutualistas se han visto obligados a escoger la sanidad publica para ser atendidos en su poblacion. De ahi ese trasvase desde las privadas a la publica.