#2 Me gusta. Siempre que la venganza o "justicia" no sea desmedida, claro.
Se conoce desde muy antiguo: la ley del Talión o del "ojo por ojo y diente por diente". En inglés "tit for tat" y en castellano "toma y daca". Estafar al estafador, putear al puteador.
Como curiosidad, para el que no lo sepa, la teoría de juegos probó experimentalmente que era la mejor estrategia para un cierto tipo de juego llamado "dilema del prisionero iterado". Los que tenían estrategias menos vengativas salían perdiendo al cabo de varias iteraciones ya que otros "les puteaban" y no hacían nada para disuadirles. Los que tenían estrategias que iban a putear eran puteados por los vengadores y por otros puteadores sin beneficiarse de las colaboraciones amistosas. Así que lo mejor era colaborar hasta que uno te putea y cuando eso ocurre putearle tú en la siguiente iteración (pero sólo una, si el castigo aplicado era desmedido entonces a la larga era perjudicial).
Se puede resumir también en empezar siendo bueno y repetir lo que te hicieron al que te lo hizo... pagar con la misma moneda.
Lo vi por primera vez en "El gen egoísta" pero un tal Axelrod lo estudió en profundidad.
Estas cosas me repatean. Porque cuando alguien roba por dinero... es una putada, pero le saca dinero. Ahora... ¿levantar estacas de un investigador? ¿Para qué?
Ahora, esta gente no tiene imaginación. Yo conocí (ya de mayor) a un niño inteligentísimo que odiaba el Factor Hijoputa. Este niño hacía grandes, preciosos, castillos en la arena de la playa. Y si bien no le molestaba que el agua y el aire los tumbaran, sí le fastidiaba terriblemente que en cuanto se diera la vuelta, viniera algún idiota a destrozarle el castillo. Porque no es que "pasaran por allí". Es que el camino marcado por las huellas de los destrozones indicaba al joven constructor que el HP se molestaba en cambiar de camino para destrozar su castillo. Destrozaba por destrozar.
El niño aguzó el ingenio y buscó una piedra grande. Terminada en punta. Y la puso, no en una ladera del castillo contra la que alguien pudiera tropezarse si caía sobre él o si iba andando o corriendo por la playa, sino en la torre más alta, en la punta, en el sitio donde sólo pisaría alguien que fuera con ánimo destructivo contra su castillo. Terminada su nueva obra de arquitectura con superiores protecciones, se fue a comer.
A la vuelta, el castillo había sido atacado. Hacia él se veía desde la arena, un camino de huellas. Pasos por la ladera. Un pie hundido sobre la torre del homenaje. Y por el otro lado, las huellas de un solo pie, de alguien que había vuelto cojeando. Y el niño sonrió satisfecho.
También está el típico adulto que, harto del ladrón de comida del frigorífico del trabajo, roció aquel delicioso plato con un poderoso laxante. Claro, hay que ser pacientes... tuvo que poner varios cebos para que el ladrón picara... pero acabó picando.
Ante el factor hijoputa, el factor "hijoputa preventivo". ¿Nadie ha de tocar estas estacas? Cubridlas de algún artículo urticante. ¿Nadie ha de levantar este termómetro? Haced que quien lo mueva reviente una bolsa de gas pimienta. A ver, os reventarán el termómetro y os destrozarán las estacas igualmente, pero para la próxima vez se acordarán de que tocar las cosas ajenas causa dolor. Es la única forma de tratar con el hijoputa destructivo, ir en plan palo y zanahoria. Cuando alguien está en ese plan, no queda otra cosa.
Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas.
Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centimos y otra de menor tamaño, pero de 1 euro.
Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
- Lo sé señor, no soy tan tonto..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el juego se acaba y no voy a ganar más mi moneda.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
La segunda : ¿Cuáles son los verdaderos tontos de la historia?
La tercera : Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos .
La cuarta , y la conclusión más interesante: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
MORALEJA
'El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente'....
"A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder." (Eduardo Galeano)
¿Alguien tiene una chincheta? Es para clavarle estas palabras a Toñi Moreno en la frente.
Evidentemente prejuzgamos. La naturaleza seleccionó, a ver quien dice que erróneamente, a los homínidos que cuando oían unas pisadas raras que se parecían a las de un león, echan a correr prejuzgando en vez de en vez de quedarse a tomar medidas y más información para asegurarse de que lo era.
Es un instinto, útil para lo que vale. Los animales lo tienen.
Pero la naturaleza también nos ha dado la habilidad de detectar cuando estamos prejuzgando y poder elegir no hacer caso a los prejuicios. Eso es exclusivamente humano y señal de civilización, inteligencia y capacidad.
Quien prejuzga en función de la ropa o ligerezas demuestra pocas luces y poca capacidad. De hecho, guiarse por prejuicios es señal de mediocridad y solo por suerte conduce a las mejores opciones, sobre todo en cuestiones sociales. La regla que a mi me funciona es nunca confiar en los que se guían de prejuicios. Suele ser la gente con menos criterio, más manipulable y que más fácilmente te dejan tirado, según mi experiencia.
#4 los prejuicios que uno tiene dependen de su experiencia. Quien viva en contacto con jugadores de la NBA multimillonarios no pensará igual sobre blancos y negros.
Perdón por el calzador pero, creo que ninguno de estos hijos sabía que tenía 499 hermanos, luego muchos se casaron entre ellos y sus hijos llegaron a políticos en España.
“¿Por qué quiere saber usted el nombre de mis padres?” Esta es la pregunta que he hecho más de una vez, y más de dos, cuando me cogen el carné de identidad, por ejemplo en el control de entrada de unas oficinas o en el momento de hacer algún trámite administrativo. Qué manía hay en este país de pedir el DNI, y de reproducirlo y, en algunas ocasiones, incluso de retenerlo como garantía de que cumplirás con alguna obligación! “¿Por qué quiere saber cuando me caduca el DNI?” he preguntado también en otras ocasiones cuando veo que me lo cogen y se preparan a pasarlo por la escáner.
Pensará el lector que soy un impertinente con esta actitud, y seguramente no le falta razón, pero soporto muy mal este acto de autoridad o de control que se me aplica, se nos aplica, innecesaria y muy a menudo inadecuadamente. Últimamente observo que la manía de digitalizar el DNI se ha incrementado gracias al abaratamiento de aparatos que digitalizan muy rápidamente el carné por las dos caras. Los aparatos permiten procesar la imagen obtenida y recuperar y tratar toda la información con tecnología OCR generando una fantástica base de datos que casi nunca cumple la normativa de protección de datos, como explicaré más adelante. Estamos hablando de una práctica que obviamente no es culpa de las personas que tienen que llevar a cabo estas operaciones de control y de reproducción, sino de quien los ha dado instrucciones en este sentido, instrucciones, repito, erróneas y que comportan actuaciones legalmente incorrectas. comento seguidamente las principales.
## El DNI se mira pero (casi) no se toca
El DNI es un carné obligatorio para los más grandes de 14 años, que es suficiente para acreditar la identidad de una persona. La Ley Orgánica 1/1992, al arte. 9 describe los datos que contiene y ya hace una primera referencia al derecho a la intimidad. Seguidamente aclara que nadie, excepto en los casos expresamente previstos por la Ley, nos lo puede retener o… » ver todo el comentario
— A los cinco años, como los demás niños, tuve que examinarme para entrar en una de las mejores escuelas primarias. Si hubiera aprobado, habría podido, un día, ir a una de las mejores universidades. A los cinco años, ya lo sabía. Pero no lo conseguí.
Me di cuenta de que estaba temblando.
— Mis padres no dijeron nada. Estaban decepcionados. A los cinco años, mi padre sí lo había conseguido. Esperé a que llegara la noche y lloré.
Rompió a llorar. Abracé su cuerpo, muy tenso a causa del sufrimiento. Me habían hablado de esos horribles procesos de selección japoneses, impuestos mil veces demasiado pronto a unos niños conscientes de la importancia del reto.
— A los cinco años supe que no era lo bastante inteligente.
— Es falso. A los cinco años supiste que no habías sido seleccionado.
— Sentí que mi padre pensaba: «No pasa nada. Es mi hijo, ya ocupará mi lugar.» Mi vergüenza empezó entonces y todavía dura.
Lo abracé contra mí, murmurando palabras de consuelo, asegurándole que era inteligente. Lloró durante mucho rato y luego se quedó dormido. Fui a contemplar la noche sobre una ciudad en la que, cada año, la mayoría de los niños de cinco años se enteraban de que habían fracasado en la vida. Me pareció escuchar conciertos de lágrimas contenidas.
Quien diría hace 20 años que América Latina seria el ejemplo de dignidad en el que nos tuvieramos que mirar los Europeos frente a estos gobiernos tan serviles del capital y el imperialismo que nos toca sufrir.
Lo de Jordi Évole es como lo de la pastillita azul o la roja. Sabes que viene un programa nuevo, sabes que TIENES que verlo... Pero sabes que lo que vas a descubrir no te va a hacer ni puta gracia, y por un momento fantaseas con la idea de no verlo. Porque sabes que el cabreo y la indignación que viene después va a ser espectacular.
Verlo es difícil de digerir. No verlo es conformarse con lo que hay.
Un saludo a todos esos que no llegan a final de mes, están sin trabajo o sufren de alguna manera económicamente, y además, idolatran aquí al colega porque está lesionado, triste o no mete goles.
El problema es que la gente no tiene ni idea de cómo ahorrar, ahora en Internet hay información de sobra, pero la gente no la busca, no le interesa.
Haría falta una asignatura en los institutos que te grabara a fuego unas pocas ideas:
- Diversifica tus ahorros. No tengas más del 20% de los ahorros en la misma zona del mundo (Europa, USA, emergentes, etc), ni más del 5% en el mismo país.
- No inviertas en cosas que no entiendes. Estudia hasta que lo entiendas, u olvídalo.
- No te fíes del director de tu banco. Es un comercial, te va a recomendar lo mejor para él, no lo mejor para ti.
- No te fíes del gobierno. Si un negocio necesita subvenciones del gobierno, no es un buen negocio.
"Según se cuenta, la Familia Real tiene por costumbre, después de la cena, jugar a las adivinanzas, bajo la dirección de Doña Sofía.
En una de las primeras visitas a palacio de Letizia sucedió lo siguiente:
Sofía: Bien, vamos a empezar el juego. Primera adivinanza: larga y afilada cual estilete, por la punta saca y mete, y por detrás lleva el ojete.
Leti: Eso debe ser una polla, ¿no?
Sofía: Por Dios, es una aguja. Felipe, el bolso de la señora que doña Letizia se va.
Felipe: Mamá, discúlpala que ella no entiende de protocolo. Poco a poco irá aprendiendo.
Sofía: Está bien, le daré otra oportunidad. Segunda adivinanza: Grande y blanca la quisiera, que entre las piernas no me cupiera.
Leti: Eso sí es una polla, ¿no?
Sofía: ¡Por todos los Santos ! Es una yegua. Felipe, el bolso de la señora que doña Letizia se va.
Felipe: Mamá, por favor, discúlpala, que viene de TVE y allí son muy blasfemos. Dale otra oportunidad.
Sofía: Está bien. La última, pero ninguna más. Tercera adivinanza: Cimbel matutino, con forma de pepino, que por delante escupe gotas y por detrás le cuelgan dos pelotas.
Leti: Felipe, dame el bolso, porque eso ¡es una polla como una olla!"
Gente, de verdad, sé de lo que hablo, para darse de baja de cualquier servicio, de cualquier operador, siempre por burofax (con acuse de recibo). No hace falta llamar, se envía a la dirección legal de la empresa y listo.
Os llamarán miles de veces, no respondais.
Y si, dar orden al banco de no pagar recibos.
Explico: trabajé en cobros a deudores comerciales, conozco la ley perfectamente.
#31 Y menos mal que Kinect o Wii solo se han explotado para los casuals, por dios, gracias. Mirror's Edge, Portal, Journey, World of goo, LittleBigPlanet, Minecraft, Super Mario Galaxy, Demon's Souls, Heavy Rain, Bayonetta, Braid, Raiman Origins, Machimarium, Trine, Gravity Rush, From Dust, Scribblenauts... anda que no hay juegos tremendamente innovadores en su mecánica esta generación. Por no hablar de toda la revolución indie (con en resurgimento de las aventuras gráficas o los WRPG) o en las infraestructuras online (jamás habría soñado en jugar al FIFA 11 vs 11).
Se conoce desde muy antiguo: la ley del Talión o del "ojo por ojo y diente por diente". En inglés "tit for tat" y en castellano "toma y daca". Estafar al estafador, putear al puteador.
Como curiosidad, para el que no lo sepa, la teoría de juegos probó experimentalmente que era la mejor estrategia para un cierto tipo de juego llamado "dilema del prisionero iterado". Los que tenían estrategias menos vengativas salían perdiendo al cabo de varias iteraciones ya que otros "les puteaban" y no hacían nada para disuadirles. Los que tenían estrategias que iban a putear eran puteados por los vengadores y por otros puteadores sin beneficiarse de las colaboraciones amistosas. Así que lo mejor era colaborar hasta que uno te putea y cuando eso ocurre putearle tú en la siguiente iteración (pero sólo una, si el castigo aplicado era desmedido entonces a la larga era perjudicial).
Se puede resumir también en empezar siendo bueno y repetir lo que te hicieron al que te lo hizo... pagar con la misma moneda.
Lo vi por primera vez en "El gen egoísta" pero un tal Axelrod lo estudió en profundidad.