"Ninguna fe puede imponerse a los ciudadanos. En un sistema democrático caben todas las creencias, pero los valores de ciudadanía son los que deciden libre y responsablemente los que representan a los ciudadanos". Afirmó que el gobierno es sensible con las creencias de los ciudadanos, pero también "muy claro en los principios" que debe aplicar un Estado "aconfesional y laico que garantiza la pluralidad y la tolerancia".
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