A José María Mateos Mariscal, zamorano de 39 años, le pesaban demasiado las manos en el bolsillo. Por eso decidió, en un arranque de pragmatismo, telefonear directamente al presidente del Gobierno para contarle, a viva voz, que está en paro desde octubre, cuando su pequeña empresa de construcciones metálicas quebró llevándose consigo a cinco empleados. “Me deben dinero todas las grandes constructoras del país”.
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