La frase, lejos de ser anecdótica, resulta de la máxima relevancia viniendo de quien viene, el ex presidente socialista del Gobierno Felipe González. La pronunció hace unos días en Sevilla durante un encuentro con una veintena de empresarios. Su voz se une al clamor –eso sí, siempre en privado–, de la vieja guardia socialista. No soportan a Zapatero y mucho menos a buena parte de sus colaboradores.
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