[...] Con la intención de ayudarle, el pescador agarró al ornitorrinco por la nuca, de forma parecida a como habría cogido un gato, y éste apenas se movió. Pero, un instante después, el animal dio un respingo y trató de saltar hacia el agua. Fue en aquel momento cuando el ornitorrinco extendió sus dos patas traseras y clavó una de sus espuelas en el dorso de la mano derecha del pescador y la otra en el dedo corazón. El dolor fue inmediato e insoportable, y durante unos instantes el ornitorrinco se quedó enganchado en la mano del hombre.
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