Niños, acercaos al fuego y dejad que os hable de la ACERA, otrora patrimonio de una especie perseguida y arrinconada: el peatón. Cuando consigues que un skate no te aplaste el juanete, aparece un barbudo en una bici sin frenos y hace volar tu bolsa del Caprabo. Intentas escapar de la lluvia de asteroides, casi te comes un longboard en el intento, pero un fumeta subido a un triciclo te lo impide y de paso hace guacamole con tu rótula. Un día cualquiera en las aceras de Barcelona.
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