Las familias que se reunieron en un cementerio español bajo el sol abrasador del sábado habían esperado 82 años. No iban a dejar que el calor de 30 grados les impidiera hacer lo que habían venido a hacer. A las 11 de la mañana, la fosa 111 del cementerio de Paterna, en la Comunidad Valenciana, entregó por fin los restos de 21 de los 3.400 republicanos que fueron ejecutados sumariamente por las fuerzas franquistas tras el final de la guerra civil española, y cuyos cuerpos fueron arrojados a una enorme e infame fosa común. Traducción en
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