Grandes bolsas de pisos por vender, constructores con menos trabajo y mas deudas, y mas de un agente inmobiliario que se ha trasladado el despacho al comedor de su casa. Esto es lo que ya está pasando en un país que tiene el triste record de un agente inmobiliario por cada 234 habitantes. Y es que el inversor extranjero, principal cliente de las viviendas en este pequeño país, tal como nos pasa en la costa de España, se ha mostrado en clara retirada. La noticia está en catalán, pero con
www.internostrum.com se traduce perfectamente.